A Luken, un niño de un pueblo de Bizkaia, le
encanta pintarse las uñas. Un día le contó al padre, Fernando Ruiz, que en su
clase le decían mariquita y que era una niña. Se enfadó mucho y pensó en alguna
forma de que quejarse. Entonces, el 11 de diciembre, Ruiz le pidió al hijo que
le pintara las uñas. Más tarde, ambos se hicieron algunas fotos y las colgó en
Facebook junto a este mensaje:
“A mi hijo le encanta pintarse las uñas y yo le
apoyo dejando que me las pinte.
Lo hago debido a que últimamente pide que se las
limpiemos antes de ir al colegio porque algunos de sus compañeros de clase de 5
AÑOS se burlan y comentan que es una niña o un mariquita y él se pone triste.
Intentamos convencerle de que el problema lo tiene
el que mira sin ver, pero es duro verle así.
Aunque lo que más me entristece a mí es el estado
del cerebro de esos niños que sin duda están siendo encauzados hacia unas ideas
retrógradas, anticuadas y sexistas.
Pido a los padres que piensen en el tipo de ideas
que están implantando en esos cerebritos en pleno desarrollo y qué cicatrices
les van a provocar. Además de lo que va a costar borrarlas, si es que es
posible.
Vivan las uñas de colores.
Viva Luken.”
La publicación de Fernando ha captado mucha
atención. Lleva más de 30000 compartidos. También hay muchos otros casos
parecidos que no deben ser guardados.
Antonio García-Xarrié Araújo 6ºB
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